Atardece en el Monegro de Valdelinares y el gélido día invernal se despide con una densa niebla, azotada por un fuerte cierzo, que a modo de boina cubre el bosque de pino moro. Todo parece presagiar un inminente empeoramiento del tiempo.
Cuál es la sorpresa que, al amanecer siguiente y con un sol radiante, el tapiz arbóreo ha tornado del verde al blanco, ya que las copas y ramas de los pinos expuestas al viento aparecen ahora cono petrificadas por una capa de agua helada conocida localmente como "gebra".
No hay comentarios:
Publicar un comentario